Capacitación ¿Inversión o gasto para la empresa?

“Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”, decía Derek Curtis Bok, ex-Presidente de la Universidad de Harvard.

Y es que, aunque muchas organizaciones valoran y se benefician de la formación de sus colaboradores, otras tantas siguen poniendo en tela de juicio sus beneficios, comparado con el costo que genera ya sea monetario, o por la inversión de tiempo que requiere.

Lo cierto es que hoy en día, si hay algo en lo que hemos logrado acuerdo, es que los empleados de una organización son su principal activo. Son ellos quienes generan resultados con su trabajo de todos los días, quienes utilizan sus conocimientos y habilidades para resolver problemas de negocio, construir puentes, innovar, realizar entregables, vender o gestionar proyectos.

Independientemente del nivel jerárquico o tipo de ocupación, son las habilidades de cada colaborador, alineadas a la estrategia, lo que permite operar y ser exitosa a una empresa.

El elemento persona toma más relevancia todavía, pese a estar cada vez más automatizados e incluso en algunos casos, en riesgo de ser sustituidos por máquinas. El comportamiento empático es un elemento indispensable para que una organización pueda afrontar los desafíos de negocio que marca este nuevo siglo, donde los límites entre áreas e incluso lugares de trabajo se desdibujan, y donde la complejidad nos obliga a tener equipos multidisciplinarios y colaborativos.

No obstante, muchas veces las organizaciones se cuestionan el valor de la formación, especialmente en momentos de crisis, en que los presupuestos se recortan. Y si bien es indudable que la capacitación no es la única manera de generar habilidades en los colaboradores, al brindarles oportunidades formales de aprendizaje las empresas no sólo están habilitando a su personal, sino también enviando mensajes contundentes que tienen un impacto positivo a nivel emocional y por tanto en el clima laboral y en la motivación de sus colaboradores: eres valioso para esta empresa, queremos invertir en ti y en tu desarrollo, nos interesa que continúes con nosotros aprendiendo y actualizándote para ser exitoso.

Aquí vale la pena profundizar para entender mejor los conceptos que se han vuelto de uso cotidiano en las organizaciones y que en muchas ocasiones se utilizan como sinónimos.

  • Entendemos por formación el proceso educativo amplio y de largo plazo, que abarca desde la infancia hasta la tercera edad, y donde el foco principal es mejorar la esencia del ser humano enseñando valores y principios. Típicamente se concibe la formación como los años escolares, en los cuales el ser humano se “forma” como tal.
  • En las organizaciones se habla también de acciones formativas para referirse a cualquier actividad planificada que tiene un propósito claro y una metodología didáctica en la cual hay un instructor o facilitador con formación técnica, que transmitirá el conocimiento a un grupo o individuo dentro del contexto laboral. Este término puede ser muy similar al de capacitación, pero acción formativa se refiere al conjunto de cursos, talleres, seminarios, webinars, entre otros, a través de los cuales se entrega la capacitación.
  • Por otro lado, el término de entrenamiento se utiliza dentro del contexto laboral, para referirse a un proceso educativo de corto plazo, con un propósito específico y acotado, relacionado con el desarrollo de destrezas y habilidades especificas; por ejemplo, para cambios de cargo, ascensos o promociones.
  • El término capacitación dentro del contexto laboral hace referencia a una actividad planificada que tiene como propósito preparar, desarrollar y habilitar a las personas para desempeñar su trabajo, mejorar habilidades y/o conocimientos que su día a día requiere. Y cuando hablamos de capacitación, no solo hacemos referencia a la planificación de cursos, seminarios y talleres presenciales, sino también a distancia tan en boga en nuestros días.
  • Finalmente, el concepto de adiestramiento busca desarrollar habilidades y destrezas de carácter físico, es decir, dentro del dominio psicomotriz.

La Ley Federal del Trabajo en su Artículo 153-A, menciona que todo trabajador tiene derecho a que su patrón le proporcione capacitación o adiestramiento en su trabajo, que le permita elevar su nivel de vida y productividad, conforme a los planes y programas formulados, de común acuerdo, por el patrón y el sindicato o sus trabajadores y aprobados por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

Es así que, la capacitación no es sólo un derecho de los colaboradores, sino una obligación de las empresas. Y, de acuerdo con la misma Ley, puede darse dentro del centro laboral, por parte de personal propio, instructores especialmente contratados, instituciones, escuelas u organismos especializados.

Más allá del cumplimiento de estas regulaciones, lo seguro es que la capacitación puede tener importantes beneficios tanto para los colaboradores como para las organizaciones:

 Incrementa el compromiso de los colaboradores hacia la empresa, lo cual impacta positivamente en su productividad.
Ayuda a habilitar a los colaboradores para la solución de problemas y la generación de ideas innovadoras. Finalmente las buenas ideas surgen del conocimiento y la apertura a nuevos paradigmas.
Puede ser un elemento de retención y promueve el sentido de pertenencia al facilitar que los colaboradores se identifiquen con la empresa.
Promueve el conocimiento de las personas entre sí y los equipos de trabajo, facilitando la integración, la comunicación y la ruptura del trabajo por silos.
 Ayuda a lograr mayor pericia, reduciendo la necesidad de supervisión y mejorando la confianza en los colaboradores.

El logro de estos beneficios, está en función de qué tan bien planificada haya sido la capacitación, que verdaderamente apoye y cubra los objetivos para los que fue contratada o diseñada, de la mano de un buen diagnóstico de necesidades de capacitación encaminado a identificar las áreas de oportunidad y mejora que permitirán que los colaboradores cuenten con los conocimientos y las habilidades que los retos organizacionales suponen.

En contra posición, el costo de no capacitar tiene importantes consecuencias no sólo en el nivel de competencias de los empleados, su productividad y calidad de su trabajo, sino en factores relacionados con el clima y la cultura organizacional. Y es que, ¿qué pensarán los colaboradores de una empresa que no invierte (tiempo y/o dinero) en capacitación?, ¿qué sentido de pertenencia genera una organización así?, ¿cómo estará la rotación de su personal?, ¿qué tal la comunicación entre las áreas e incluso la empatía entre las personas? Como empresarios, ¿de qué lado queremos estar?

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