depreciación, estrategia para el crecimiento

La depreciación financiera como estrategia de crecimiento

Por Mtro. Andrés Rodríguez Leos.

Uno de los retos más importantes que tienen las empresas en el mundo es tener la capacidad de crecimiento e innovación, lo cual se ha hecho posible a través del uso de mejores tecnologías, las cuales cada día son más eficientes y sustentables, esto ha impulsado el desarrollo y consolidación de muchas compañías a nivel mundial.

Sin embargo, cuando revisamos lo que sucede en México los resultados son muy diferentes, según el Índice Global de Competitividad (ICG) nuestro país ocupó en 2018 la posición 46 de 136 del ranking que elabora el Foro Económico Mundial sobre la competitividad entre los distintos países del mundo, siendo una de las principales razones de ocupar éste sitio, el retraso tecnológico.

En nuestro país según datos del INEGI, existen alrededor de 4.9 millones de empresas, en su mayoría PYMES, las cuales nacen, crecen y mueren todos los días. Una de las razones principales de la mortandad de dichas compañías es la incapacidad de hacer frente a la competencia nacional y extrajera por el retraso tecnológico en su infraestructura.

Imaginemos por un momento una de las muchas empresa que existen en nuestro país, la cual tiene más de 20 años de vida, y el día de hoy ha decidido cerrar sus puertas debido a que sus equipos quedaron obsoletos y éstos ya no pueden brindar el servicio que el consumidor demanda y pensar renovar en éste momento toda infraestructura es imposible por la falta de capital y por la falta capacidad para pagar intereses a los bancos.

Algunas de las interrogantes que nos surgen en este momento son, en todos estos años que la empresa ha existido ¿jamás pensó en renovar sus equipos?, ¿esto no debería ser una tarea del administrador?, o ¿existe un mecanismo que ayude a los empresarios a poder renovar los equipos y contribuir al crecimiento de la empresa?

Las respuestas son muchas y variadas, pero si hablamos específicamente de algún mecanismo, la respuesta es que sí existe y se llama “depreciación”, sin embargo, las definiciones que existen sobre éste tema son muy tradicionales y hasta cierto punto nocivas para la administración y desarrollo de las empresas.

Una de las definiciones más utilizadas menciona que la depreciación “Es el registro del desgaste que sufre el activo con el uso y el paso del tiempo”, por su parte la segunda definición más común menciona que es “La pérdida de valor de los activos a través del tiempo”.

Desde el punto de vista financiero, lo anterior es incorrecto, ya que hay que entender a la “depreciación” como una estrategia a través de la cual las empresas recuperarán las inversiones en activos fijos, financiarán la reposición de los mismos y determinará la principal fuente de recursos para su crecimiento.

Para lograr lo anterior, es indispensable entender que la depreciación realiza cargos virtuales al estado de resultados, con el objetivo de reducir de manera intencional la utilidad, no para efectos fiscales, lo anterior traerá consigo que existan en las empresas excedentes de flujo de efectivo, los cuales deberán destinarse única y exclusivamente a la reinversión.

Éste mecanismo contribuye a fijar cuál será la base real (utilidad) que los accionistas tomarán en cuenta para retirar recursos (dividendos). Es importante recalcar que dicha utilidad es el resultado al cual de manera previa se ha disminuido por causa de la depreciación, lo que garantizará un verdadero ahorro de utilidades, las cuales se quedarán dentro de la empresa para su reinversión en los activos.

Es importante señalar que ésta estrategia no sólo se enfoca a generar la reserva o realizar el apunte contable; la principal tarea es generar el plan de inversión año con año, el cual garantizará que las nuevas inversiones generen nuevamente ésta provisión, la cual al cabo de tiempo tendrá un efecto de bola de nieve, ya que a medida que se realiza una nueva inversión ésta tendrá una nueva depreciación, la cual se utilizará en la compra de más infraestructura y así sucesivamente, se generarán los recursos necesarios para remplazar y hacer crecer a la empresa.

La estrategia anterior, usualmente contrapone el trabajo contable ya que de manera cotidiana el contador utiliza diferentes tasas de depreciación, bajo el argumento de que la Ley del Impuesto Sobre la Renta utiliza diferentes criterios según el tipo de activo, y que dichas reglas son inamovibles para su registro contable; sin embargo, lo anterior es impreciso, ya que la Ley del ISR indica los porcentajes máximos de deducibilidad para la depreciación, mas no la cantidad que la empresa requiere reservar para reinvertir en los activos.

Las tasas fiscales que se marcan en la Ley del ISR son de carácter general y no contemplan aspectos relevantes tales como: la calidad de los activos, el correcto o incorrecto mantenimiento, el uso en uno o varios turnos, por lo que ésta situación puede ocasionar que los activos se desgasten a una velocidad mayor que la prevista en la ley, lo que invariablemente repercutirá en que la vida útil de la infraestructura sea menor que la prevista por las tasas.

Lo anterior ocasiona que las empresas tengan que verse en la necesidad de cambiar activos sin contar con los recursos propios necesarios (capital) y en algunas ocasiones tener que recurrir a deudas bancarias que en muchas ocasiones representan costos financieros elevados que no se pueden hacer frente en las organizaciones.

Es por ello que lo que se menciona en el Índice Global de Competitividad refleja una realidad de nuestro país, las empresas son incapaces de renovar la infraestructura ya que consideran que la depreciación es una medida que ayuda a disminuir el pago de impuestos y no como la principal estrategia de renovación y crecimiento.

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