La rentabilidad Vs. la utilidad

Una empresa no es buena gracias a sus ventas ni a sus ganancias, es buena cuando es rentable. ¿Qué quiere decir esto?

Por: MBA Héctor Valencia Morales, profesor de posgrado de la EBC y director de ASN Consultoría.

En un ejercicio didáctico que se aplicó a un grupo de emprendedores y empresarios se planteó la siguiente pregunta: “¿Sabes cuánto vendió tu empresa el mes pasado?”. Posteriormente, al 90% que respondió afirmativamente se le preguntó: “¿Sabes cuál fue tu utilidad neta el mes pasado?”. Sólo el 8% respondió que sí.

El resultado de la dinámica es alarmante, pues demuestra que en ese grupo se considera que una empresa es buena gracias a sus ventas, no hay nada más lejano a la verdad. El resto del grupo cree que las ganancias son el indicador de que la empresa es funcional, pero esto tampoco es correcto.

Una empresa no es buena gracias a sus ventas ni a sus ganancias, es buena cuando es rentable. Y la rentabilidad debe comprenderse como la justificación de que una empresa sea un buen negocio. No todas las empresas pueden considerarse un buen negocio aunque generen utilidades, porque para considerarlas rentables sus utilidades deben ser suficientes.

Existen 2 mediciones fundamentales para la rentabilidad:

a)      La de la empresa (también llamada margen)

b)      La de los accionistas

El margen es el resultado de la eficiencia en la estructura de costos; en cambio, la utilidad no es más que el remanente de las ventas después de cubrir los costos, los gastos, los impuestos, etc.

La utilidad depende del tamaño de las ventas; cuando éstas aumentan, es muy probable que también se incremente la utilidad. Sin embargo, si se mide la proporción en términos relativos, en comparación con la venta que le dio origen, se puede observar el margen de rentabilidad.

El margen puede aumentar o disminuir de acuerdo con los porcentajes de costos o gastos. Es frecuente que en el afán por aumentar el volumen de venta se sacrifique el margen ofreciendo descuentos sobre ventas o incurriendo en gastos extras, de tal suerte que al analizar el resultado se observe un crecimiento en las ventas y en las utilidades, pero exista una reducción en el margen, lo cual implicaría que disminuyó la rentabilidad. Se puede ser menos rentable aunque se obtengan mayores ganancias y viceversa.

La rentabilidad de los accionistas se refiere a la tasa que reciben sobre su capital invertido y que debe ser suficiente para compensar el riesgo.

Para hacer mediciones, comúnmente se piensa en una tasa que sirva como referencia del costo de oportunidad. En la PyME mexicana, el error se comete al comparar los rendimientos del capital contra las tasas que ofertan los bancos, pues se olvida que dichas tasas (llamadas cetes) son tasas libres de riesgo, y en consecuencia no pueden compararse con una tasa de rendimiento sobre el capital invertido en una empresa donde los accionistas corren riesgos verdaderos.

En una empresa, el capital (los accionistas) y la deuda (la banca) son la fuente de financiamiento; la segunda evalúa y califica su riesgo para definir su tasa, exige garantías y cobra intereses independientemente del resultado de la empresa.

El accionista invierte sin garantías y sólo ve rendimiento si hay utilidades. Es decir, el capital corre más riesgos que la banca al financiar la empresa, así que para que los accionistas puedan considerar rentable su inversión en la empresa deben percibir una tasa superior a la tasa bancaria que cobran los bancos, no la que pagan.