El papel de las Mipymes en la economía nacional

Por: Jorge Arturo Jiménez Sierra.

Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) tienen particular importancia para la economía nacional, no solo por sus aportaciones a la producción y distribución de bienes y servicios, sino también por la flexibilidad de adaptarse a los cambios tecnológicos y su gran potencial de generar empleos.

Representan un excelente medio para impulsar el desarrollo económico y una mejor distribución de la riqueza.

Por desgracia, 65 % de las micro y pequeñas empresas en México mueren antes de cumplir cinco años y, en promedio, su esperanza de vida es tan solo 7.8 años, por lo que es poco probable que lleguen a consolidarse en el mercado nacional. Si bien esta esperanza de vida depende de diversos factores (marca, calidad de los productos y servicios, cuestiones administrativas, ventas y planeación), debemos reconocer que las mipyme y los emprendedores se enfrentan a un mercado adverso, pues desde el inicio de sus operaciones deben competir con grandes empresas que cuentan con una mayor solidez financiera, así como una compleja estructura tecnológica (características que poseen las compañías extranjeras y las grandes empresas, principalmente).

Debemos tener clara la importancia de las mipyme en México. Durante 2018, se registraron poco más de 4.1 millones, clasificadas en los sectores de manufactura, comercio y servicios privados no financieros (INEGI, 2019).

En 2018, en el país había un total de 4 millones 57 mil 719 microempresas con una participación en el mercado equivalente a 97.3 % y un total de 111 mil 958 pequeñas y medianas empresas (pyme) con una participación de 2.7 % del mercado. Ambos grupos de empresas generan 76.6 % del empleo, además, contribuyen con 51 % del valor agregado de la economía (Economìa, 2012).

El panorama de las mipyme en el año 2020 se vislumbra retador en México. Los desafíos suelen ser mayores que en otros años, se esperan meses con incertidumbre, dificultades y desaceleración económica a nivel mundial a causa de la pandemia por COVID-19. Este golpe económico no lo van a sobrevivir todos y, con ello, el empleo de muchas personas se va a ver afectado.

El Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) revisó a la baja su estimado de crecimiento para la economía nacional. Prevé que en 2020 sea de -9.5 % y la pérdida de empleo formal de los trabajadores registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ascienda a 1 millón 200 mil puestos de trabajo perdidos (IMEF, 2020).

No solo es un tema para emprendedores; ricos, pobres, empresas grandes y chicas van a sufrir, y no sabemos cuánto va a durar esto, lo que hace necesario transformar la estrategia.

Si bien no todas las empresas podrán reabrir sus centros de trabajo a partir del 1 de junio del presente año, básicamente continuarán operando las actividades consideradas esenciales en los primeros días de vigencia del semáforo de alerta. Todas las organizaciones pueden comenzar a definir su estrategia para el momento en el que se autorice su reapertura, con los protocolos de seguridad sanitaria laboral.

Una cultura laboral más humana debe promover un mayor cuidado de sus colaboradores. De acuerdo con el IMSS, 75 % de los mexicanos padece fatiga por estrés laboral y solo uno de cada 10 recibe atención personalizada. En octubre de 2019 entró en vigor la Norma 035 que busca identificar y prevenir factores de riesgo psicosocial en el trabajo y promover entornos favorables.

Se requiere vincularse con grandes empresas para abrir oportunidades, alrededor de 95 % de las pyme no participaron en cadenas globales (INEGI, 2019), en su mayoría, por falta de información.

Las mipyme deben trabajar para tener finanzas sanas, asegurar la calidad de sus productos o servicios, innovar y principalmente distinguirse como excelentes empleadores. En el Capítulo 25 del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se le dio un mayor peso a la integración de las pyme para insertarlas en mercados de exportación y aumentar su competitividad.

Deberán invertir en habilidades, innovación y tecnología si quieren aumentar la productividad y permanecer en el mercado (OCDE, 2019). Las mipyme suelen tener una débil adopción de tecnología, no obstante, lo fundamental es preparar a los colaboradores para que la aprovechen (Greatplacetowork, 2020).

La falta de interlocución entre los organismos empresariales y el gobierno federal se hace latente en el plan para hacer frente al impacto económico en México derivado de la emergencia por la pandemia; solo resalta créditos para pequeñas empresas familiares del sector formal e informal de la economía, lo que provoca decepción, preocupación, grandes cuestionamientos y omisiones sobre los apoyos gubernamentales a las necesidades de las mipyme del país.

 

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