¿Cómo funcionan los Tratados de libre comercio?

Por: Dunstan Torres.

En la actualidad, el comercio internacional es parte fundamental del desarrollo económico de los países, en razón de que no hay una sola nación en el mundo que pueda considerarse autosuficiente.

El Comercio Internacional se define como le intercambio de bienes y servicios que establecen los países entre sí, en el nivel de la economía mundial.

Una de las teorías tradicionales del comercio es la de Adam Smith, considerado como el padre de la economía, quien expuso que el libre comercio permitía a los países especializarse en la producción de aquellos bienes en los que tuviera una ventaja absoluta —es decir, que pudiera producir de forma más eficiente que otros países— e importar aquellos bienes que produjera de una forma menos eficiente. Con el paso de los años, se hizo evidente que los países tienen diferentes habilidades, tecnología y capacidad, por lo que sigue vigente la teoría de Adam Smith.

Considerando lo antes expuesto, la integración en la economía mundial ha demostrado ser un medio poderoso para que los países promuevan el crecimiento económico, el desarrollo y la reducción de la pobreza.

En años recientes, los Tratados de Libre Comercio (TLC) han sido determinantes para facilitar las transacciones comerciales entre los países, ya que el libre comercio ha tratado de reducir o eliminar las barreras gubernamentales que elevan los costos y obstruyen, desalientan o prohíben que las personas y las empresas puedan comerciar entre sí a través de las fronteras. Al derribar esos obstáculos, se amplían las oportunidades y se gana eficiencia.

Los TLC se definen como instrumentos jurídicos que contemplan la eliminación gradual de barreras arancelarias y no arancelarias al comercio de bienes y servicios. Uno de sus principales propósitos es la formación de una zona de libre comercio; por tanto, los mejores instrumentos para promover el comercio internacional son los TLC.

Un TLC es negociado por los gobiernos de los países interesados y proporcionan acceso a diferentes mercados; asimismo, fomentan la competencia mundial. Más importante aún, los TLC pueden impulsar el Producto Interno Bruto de un país y promover oportunidades comerciales e incentivos de costos atractivos para las empresas que buscan establecer operaciones. Para las empresas que buscan fabricar en una empresa extranjera, estos tratados ofrecen muchos beneficios; como se explicó anteriormente, la reducción de barreras al comercio y una fuerte cooperación entre naciones en lo que respecta al intercambio de bienes y servicios.

Es trascendental mencionar que, antes de tomar la decisión de negociar un TLC, los gobiernos interesados realizan consultas con los distintos sectores económicos para determinar la conveniencia de suscribirlo.

En décadas recientes, se ha visto un crecimiento acelerado de la economía mundial. Este ha sido impulsado, en parte, por el aumento aún más rápido del comercio internacional. El crecimiento del comercio es, a su vez, el resultado tanto de los avances tecnológicos como de los esfuerzos por reducir las barreras comerciales. Algunos países en desarrollo han abierto sus economías para aprovechar al máximo las oportunidades de desarrollo económico a través del comercio.

Al compartir un mercado global, los países están más conectados entre sí. Esta conexión se ve reforzada por la presencia de una fragmentación de los procesos productivos en el nivel internacional, a lo largo de las cadenas de valor globales. De hecho, la producción de bienes y servicios abarca múltiples sitios que se encuentran en diferentes países. De manera esquemática, la producción de bienes se subcontrata a países con los más bajos costos laborales; los fragmentos de los diferentes productos se importan y ensamblan como componentes de bienes finales.

Como comentario al margen, el avance de la integración ha sido desigual, debido a que el progreso ha sido muy impresionante para varios países en desarrollo de Asia y, en menor medida, de América Latina, pero menos rápido para muchos otros países, particularmente en África y Oriente Medio.

En este contexto, es significativo comprender que se necesitan políticas que impulsen a las economías a abrirse al comercio y a la inversión con el resto del mundo, y así lograr un crecimiento económico sostenido; ningún país ha sostenido el éxito económico en décadas sin estar abierto al resto del mundo, en términos de aumentos sustanciales en el nivel de vida de su población.

A pesar de que las economías proteccionistas han disminuido sustancialmente en tres décadas, siguen siendo significativas, tanto en los países industriales como en los países en desarrollo; particularmente, en sectores como los productos agrícolas o las manufacturas y servicios intensivos de mano de obra (por ejemplo, la construcción) donde los países en desarrollo tienen ventaja.

Una mayor apertura de las economías, tanto de los países industriales como de los países en desarrollo —para aprovechar el potencial del comercio como fuerza impulsora del crecimiento y el desarrollo económico— eliminará las barreras comerciales a las que se enfrentan estos últimos, ya que ofrecer acceso libre de aranceles y cuotas de mercado a los productos y servicios de las economías emergentes beneficiaría enormemente a estos países a un bajo costo para el resto del mundo.

Desde mi punto de vista, la economía mundial está evolucionando rápidamente y, por tal motivo, cada país debe construir continuamente nuevas ventajas competitivas para resistir la presión internacional de un entorno cambiante, ya que es relevante indicar que no existe una economía que crezca sin el comercio internacional.

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